La región se encuentra en un momento de quiebre: de pasar a componerse mayormente de mercados sin regulación, a partir de la pandemia se dieron procesos legislativos que llevaron normativas a numerosos países. Desde Argentina hasta México, en este artículo ofrezco una perspectiva sobre la situación del juego online en América Latina.
Desde el principio: ¿regulación sí o regulación no?
A menudo leo y escucho opiniones del sector privado que favorecen regulaciones abiertas y flexibles de juego online. A nivel internacional, cabe la referencia de la Asociación Europea de Juegos y Apuestas (EGBA, por sus siglas en inglés), que ha expuesto los beneficios de una normativa controlada desde el Estado en su estudio “An Optimum Betting Market”.
Este modelo implica la presencia de una autoridad central de control que emite licencias para los operadores y se encarga de supervisar el cumplimiento de las reglas. Es el sistema que fue importado desde Europa hacia América Latina, y que ya se encuentra en vigor en gran parte del continente.
Se trata de una estructura que permite el ingreso de los grandes capitales internacionales. Por eso es que, en nuestra región, la mayor parte de las regulaciones implican la sociedad con alguna empresa nacional.
De alguna manera, este modelo legitima los juegos y las apuestas online, una práctica que, hasta hace no tanto tiempo, no estaba tan divulgada. Por eso es que algunas voces defienden los sistemas de monopolio rentístico: es decir, en vez de una amplia oferta, existe solo una plataforma, para no saturar el mercado.
Por otro lado, están los mercados completamente prohibitivos, en donde cualquier tipo de juegos de azar están penados por la ley. Se trata de la minoría, y muchas veces la práctica no se condice con la normativa, como ha sucedido en Brasil durante la mayor parte del siglo XX.
Venezuela es otro ejemplo. Hugo Chávez había prohibido por completo la actividad, pero Nicolás Maduro ha reabierto algunos establecimientos en los últimos años, sin que por eso se permitiera la modalidad legal de apuestas online. A pesar de eso, varios operadores conocidos se han instalado en el mercado paralelo.
Es que hay un hecho incuestionable: esté prohibido o legalizado, el juego online existe. Es una práctica al alcance de cualquier persona con un celular o una computadora. Por eso es que, ante esta realidad global, lo más sensato parece ser la regulación de las plataformas, tal como se está dando en la actualidad.
Organismos reguladores: ¿funcionan?
Ya lo sabemos: el hecho de que exista una autoridad de control, cualquiera sea su rubro, no implica que la actividad esté verdaderamente supervisada. En esta sección propongo un recorrido por algunos mercados latinoamericanos, desde Colombia, con una estructura sólida y más de una década de experiencia, hasta Argentina, donde la regulación solo consiguió generar una oleada de ludopatía infantil.
Bajo la tutela de Coljuegos y con una larga trayectoria
Colombia es un caso aparte en América Latina. A diferencia de todos sus vecinos, el país sancionó su reglamentación de juego online en el año 2012. Así fue que se creó la autoridad de control, Coljuegos, que ha servido de modelo para otras regulaciones.
La entidad viene mostrando un serio compromiso con la cancelación de las páginas sin licencia, tal como relevamos en Estafa.info en diversos artículos. También ha presentado avances en la modernización de sus sistemas para garantizar la transparencia del sector.
A eso se le suma que, en Colombia, los impuestos de la industria del juego y las apuestas se destinan en su totalidad a la salud pública. Tanto es así que incluso se pueden rastrear las transferencias de cada operador, y, en el caso de los juegos localizados, hasta la contribución de cada una de las slots instaladas en un casino.
Mercados en transición: Perú y Brasil
Perú estableció las bases para el juego online legal el año pasado, luego de numerosos debates en las cámaras parlamentarias. El Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) publicó el reglamento para solicitar licencias.
Así el país se ha incorporado al grupo de mercados regulados de la región. La autoridad de control ya ha emitido las primeras licencias. No se ha establecido un límite máximo de operadores, aunque el tema ya es una preocupación para varios sectores. Solamente la firma sueca Betsson obtuvo tres licencias para diferentes plataformas.
Brasil está en el mismo camino. Desde el gobierno de Lula Da Silva se han creado instituciones, tanto del Poder Legislativo como del Ejecutivo, para garantizar la transparencia del juego y las apuestas deportivas. Sin embargo, aún no comenzaron a emitirse licencias.
Se espera que los operadores que se adelantaron al proceso de adjudicación consigan una respuesta antes de fin de año. La autoridad de control brasileña está bajo el manto del Ministerio de Hacienda. Un dato que a nadie se le pasa por alto: el país está en el top 10 de los mercados con más visitas a páginas de apuestas online en el mundo.
México: cobrando protagonismo a nivel global
La segunda economía más grande de América Latina no podía pasarle inadvertida al sector del juego. Ante el influjo de plataformas internacionales, México sancionó su regulación de apuestas a distancia luego de la pandemia, bajo la autoridad de la Secretaría de Gobernación (Segob).
Algunas empresas internacionales, como Codere, han encontrado su gallina de los huevos de oro en el mercado mexicano, donde las apuestas deportivas y las slots online generan un gran entusiasmo.
Indudablemente, se trata de un caso en el que el control no es muy riguroso. A simple vista, se puede ver que las plataformas ilegales compiten casi de igual a igual con las habilitadas.
Argentina, entre las reglamentaciones y el descontrol
Un caso único en la región es el de Argentina, donde no hay una legislación nacional, sino que cada provincia tiene la potestad para decidir sobre su reglamento de juego. Esto ha llevado a una completa falta de unidad en el país, con criterios del todo disímiles entre jurisdicciones.
Los principales mercados han sancionado sus reglamentos de juego online tras la pandemia: Córdoba, Mendoza, la provincia y la ciudad de Buenos Aires, entre otros. Sin embargo, la falta de seriedad en la supervisión llevó a la multiplicación de plataformas clandestinas.
Recién ahora, luego de que el problema de la ludopatía infantil se mediatizara, las autoridades provinciales han decidido realizar campañas de prevención y solicitar tibiamente la baja de algunos sitios ilegales.
A mi entender, Argentina es un perfecto ejemplo de reglamentación incompleta e insatisfactoria, donde la llegada del juego online legal se dio en paralelo con la de la oferta clandestina. La situación parece fuera de control, y el Estado nacional ya avisó que la lucha contra la ludopatía no está entre sus prioridades.
Chile y Paraguay, dos casos diferentes de monopolio
En Chile la única empresa con derecho de explotar el juego online es la Polla de Beneficencia. Se trata de un organismo con una larga tradición de acción social, sin fines de lucro corporativos, que defiende su privilegio en el país.
Sus representantes ya se han pronunciado en contra de la apertura del mercado de apuestas a distancia. En esta misma línea se encuentran las grandes firmas de casinos nacionales, como Enjoy y Dreams.
Si bien la ley de juego online ya ha sido aprobada en la Cámara de Diputados, su tratamiento en el Senado sigue postergándose. Las plataformas internacionales están en pleno lobby mediante su abogado Carlos Baeza, quien se ha presentado ante las autoridades llevando los intereses de sus clientes.
En Paraguay, en cambio, la Comisión Nacional de Juegos de Azar (Conajzar) brinda el monopolio de la actividad a una empresa con fines de lucro. Todas las concesiones han sido para el mismo prestador: Aposta.la, de la firma Daruma SAM. Esto ha sido motivo de sospechosas y denuncias.
En efecto, Conajzar ha estado involucrada en casos de corrupción por las licitaciones, hasta el punto de que varios miembros de su anterior cúpula fueron procesados por la justicia. No hay dudas de que la administración del juego paraguaya necesita una mejor imagen y una reestructuración de sus servicios.
Ahora mismo las autoridades están cotejando la apertura del mercado, aunque resta un largo camino por recorrer. Entretanto, las plataformas clandestinas se hacen un festín, aprovechando la falta de controles.
Uruguay: un paso adelante, dos para atrás
Las autoridades uruguayas se habían comprometido a tratar el proyecto de ley sobre juego online en marzo de este año. ¿Los resultados? Una prórroga indeterminada de la espera, que solo ha beneficiado a los operadores que siguen funcionando por fuera de cualquier reglamentación.
Es cierto que, con una población que no llega a los 3,5 millones de habitantes, Uruguay no es una prioridad para las empresas de iGaming. El fuerte del juego parece estar en los grandes casinos de tierra, sobre todo en los megaproyectos de Punta del Este, el balneario donde vacaciona la burguesía aspiracional argentina.
Entre la prohibición total y la apertura
Finalmente, Bolivia, Ecuador y Venezuela son tres casos en los que el juego está casi completamente prohibido, con algunas excepciones de loterías nacionales.
En estos países existe un gran número de páginas que operan en el mercado ilegal, sin pagar impuestos y sin ningún tipo de supervisión.
Bolivia aún no ha dado los primeros pasos para reglamentar la actividad. No hay un gran lobby político para revertir la situación.
En Venezuela, en cambio, hay una mirada hacia la apertura, sobre todo desde que Maduro anunciara el regreso de los casinos de tierra. Desde luego, el gobierno venezolano no está en muy buenos términos con el capital internacional, por lo que la llegada de las grandes empresas de iGaming no parece muy cercana.
Ecuador, a pesar de su gobierno neoliberal, tampoco ha tomado la decisión de flexibilizar sus leyes de juego. El año pasado, se incluyó provisoriamente la medida de reabrir los casinos de tierra en un plebiscito popular, pero ese punto cayó antes de que se oficializara.
Algunas claves para entender el amplio sur
En tiempos de agotamiento de los Estados nacionales, resulta imperativo mantener el control sobre ciertas áreas críticas. El juego es una de ellas, dados sus potenciales riesgos para la población vulnerable. Sin embargo, esto resulta cada vez más complicado.
La fuerza de las grandes empresas parece superlativa cuando se la compara con el menguante poder de los gobiernos, en especial en países latinoamericanos. Así y todo, a mi entender, es sustancial esforzarse por establecer límites para la explotación de las apuestas.
Salvo algunos casos honrosos, como el de Coljuegos, los impuestos derivados del sector difícilmente se visibilizan en mejoras para la sociedad. El caudillaje y la corrupción parecen estar llevándose todo. Ninguna sorpresa en nuestra región.
Incluso en Colombia, las contribuciones fiscales reemplazan lo que debería ser una responsabilidad del Estado. Es decir: en vez de establecer presupuestos dignos para la salud, el gobierno confía en el abastecimiento proveniente del sector del juego.
América Latina sigue siendo el continente más desigual del mundo. Algo más profundo que la reglamentación del juego online debe cambiar para que la población esté a salvo de estímulos nocivos.
Seguimos siendo el patio trasero de un imperio, tal como nos llama abiertamente la jefa del Comando Sur de EE.UU., Laura Richardson. No es extraño que las normativas de juego online, hasta ahora, hayan sido de conveniencia exclusiva del sector político y del empresariado, que enlazan sus negocios sin pensar en la ciudadanía.
La amplia nación latinoamericana, balcanizada desde hace varios siglos por intereses transnacionales, está cada vez más lejos de sus horizontes de equidad y justicia. Ante la desilusión con el mundo del trabajo y la honda falta de oportunidades, el juego ha llegado como una opción mágica para salir de la pobreza. Con la salvedad de que las chances de ganar siguen siendo de una entre un millón.