El presidente Ferdinand R. Marcos Jr. le puso fin al programa que permitía la explotación de juegos y apuestas online de manera offshore en Filipinas desde 2016. Se estima que esto ha producido el cierre de 42 empresas del rubro. Más de 30.000 trabajadores estaban registrados en el programa filipino de juego online.
Fin del programa POGO para el juego online en Filipinas
La industria del juego online quedó desmantelada de un día para el otro en el país del sudeste asiático. Esa es la sensación luego de que el gobierno diera por finalizado el programa Philippine Offshore Gaming Operators (POGO) para plataformas de casinos y apuestas deportivas extraterritoriales.
La medida fue publicada el pasado mes de noviembre por la Oficina de Comunicaciones del presidente Ferdinand R. Marcos Jr., que se ha expedido sobre las causales en términos muy críticos. La postura oficial es que la actividad de las empresas extranjeras de juego online estaba ligada a la criminalidad.
La explotación del rubro comenzó en el 2016, primer año del mandato de Rodrigo Duterte. El expresidente consideraba que la atracción de firmas extraterritoriales lograría un incentivo para la economía y representaría un ingreso de divisas. Desde entonces, la actividad se masificó y acentuó sus operaciones en Asia.
La apertura al mundo del iGaming generó tensiones con China, país de gran incidencia en la región y donde los casinos están prohibidos, excepto en la jurisdicción de Macao. Desde la oposición a Duterte se señaló que los operadores que se instalaron bajo el programa POGO no era transparentes.
De hecho, se acusó numerosas veces al sector de estar involucrado en el narcotráfico, la fuga de capitales, el fraude masivo e incluso el tráfico humano. Así lo describió el actual el director de la Corporación de Juego de Filipinas (PAGCOR), Alejandro Tengco en una exposición llevada a cabo en Manila el año pasado.
No hay cifras oficiales del gobierno filipino sobre el aporte real del juego online en la economía desde el 2016 hasta el presente. El Partido Comunista Chino, por su parte, ha denunciado que gran parte de la mano de obra del programa estaba en condiciones de precariedad ilegal.
Las instalaciones de Island Cove en Cavite, unas de las más representativas, cerraron el pasado mes de diciembre. En su momento de apogeo, llegaron a contener más de 30.000 empleados.
Desplazamiento de trabajadores, deportaciones y nuevos visados
A partir del fin del POGO, se acabaron los contratos de 33.863 trabajadores registrados en el PAGCOR. Al tratarse de personas extranjeras, llegadas a Filipinas específicamente para dedicarse a la actividad, se produjo un importante cambio en las visas y se dio un vasto proceso migratorio.
Del total de contratados, 24.779 tomaron la opción de permanecer en el país bajo nuevas condiciones de visado, que implican menos derechos laborales. Otros 22.609 abandonaron Filipinas antes del 31 de diciembre del año pasado, cuando se cumplían la fecha límite de permanencia.
Así, las cuentas dejan unos 11.254 extranjeros que aún permanecen en el país. El Buró de Inmigración (BI) anunció que iniciará una búsqueda de estas personas y que procederá a deportarlas. También se indicó que las compañías que contraten personal sin la documentación legal pertinente serán multadas.
Filipinas tiene un historial elocuente de casos de trabajo esclavo, caracterizados por la retención de pasaportes de los extranjeros y la supresión de los derechos laborales. Hace apenas dos años, casi 3.000 personas fueron rescatadas en Las Piñas, dentro del área de Manila, uno de los principales centros de operaciones de las empresas del POGO.
La irregularidad en el empleo del sector no impide que haya cada vez más demanda de juegos de azar y apuestas deportivas digitales. La penetración tecnológica de Filipinas crece a un ritmo acelerado, y con ello arriban nuevas modalidades de entretenimiento, nuevas tendencias de participación.
En busca de una solución para el juego online
Por su características poblacionales y culturales, el sudeste asiático atraviesa un momento crítico en relación con el desarrollo del juego online. Filipinas, por ser un país de mayoría cristiana, ha tenido mayor aceptación hacia el sector, y por eso se convirtió en una central de operaciones regional durante los últimos ocho años.
Otros mercados vecinos han sido mucho más difíciles. Indonesia y Malasia, por ejemplo, de mayoría musulmana, tienen muchas más trabas para el ingreso de empresas de juegos, ya sean digitales o localizados. Tanto es así que los dominios se hallan bloqueados por defecto a todo contenido alusivo a las apuestas.
Países budistas como Tailandia, Laos y Camboya presentaron menos obstáculos para el acceso a páginas de juegos. Sin embargo, siguen sin existir regulaciones claras, y el juego clandestino prospera a la par de las pocas ofertas con licencia.
En cuanto a Vietnam, de gobierno comunista y partido único, los juegos de azar y las apuestas están completamente prohibidos. A pesar de eso, el acceso a páginas de este tipo es muy elevado entre la población, que puede saltar fácilmente las barreras impuestas por el servidor de internet.
Según un informe del año pasado realizado por la consultora Technavio, para el 2028 la región de Asia y Oceanía contribuirá el 36% de los ingresos globales en el sector de casinos. Muchos de esos países deberán buscar la manera más sostenible y eficiente de regular esta relación, ya existente, entre la oferta y la demanda.