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Disputas en Brasil sobre la legalización de los juegos de azar

Las primeras declaraciones del año del presidente, Jair Bolsonaro, sobre la potencial legislación de casinos y casas de apuestas fueron sumamente negativas. El mandatario reafirmó su posición de vetar la ley en caso de que se apruebe. Sin embargo, hay numerosos indicios de que los juegos de azar se legalizarían aun a pesar de las intenciones del jefe del Ejecutivo.

Jóvenes en una playa de Río de Janiero durante el atardecer.

Luego de más de 70 años de prohibición, los juegos de azar se legalizarían en Brasil. (©pauloduarte/Pixabay)

Las amenazas de Jair Bolsonaro

Una de las noticias más salientes en los medios brasileños en los últimos días ha sido la reafirmación de la postura prohibicionista del presidente. Bolsonaro repitió lo mismo que había indicado el año pasado: que vetará la ley de juegos de azar si es aprobada por el Congreso. Las negociaciones entre la industria del juego y las autoridades de Brasil han llegado a su punto más maduro, pero el ala más conservadora del poder, representada por el propio presidente, ralentiza el proceso.

Sin embargo, en la entrevista realizada por la Radio Viva FM de Vitoria, el mandatario señaló que “los juegos de azar no son bienvenidos en Brasil”. Luego moderó su posición, al aclarar que no se puede saber lo que ocurriría al legalizar los juegos de azar sino hasta que la medida se volviera efectiva: “Es una puerta que se abre, porque no sabemos lo que puede pasar después de que se abra. Nuestra posición es apenas una, tranquilamente: es el veto al proyecto”, afirmó.

La voz de Bolsonaro hace eco de la bancada evangélica de su partido, que le granjeó los votos necesarios para ganar las elecciones cuatro años atrás. Los congresistas de impronta protestante se declararon fervorosamente en contra del proyecto el pasado mes de diciembre. De hecho, una de las ministras de la misma ala, Damares Alves, insiste en que los juegos de azar son una herramienta del diablo.

Las discrepancias entre las facciones del gobierno

Los juegos de azar fueron completamente prohibidos en Brasil en 1946 por el presidente Eurico Gaspar Dutra, de impronta conservadora, clásico rival del histórico presidente Getúlio Vargas. Según el mandatario de ese momento, los casinos iban en contra de la moral y de la tradición del país. Al igual que Bolsonaro, Dutra utilizaba un discurso religioso para justificar la posición prohibicionista.

La sociedad brasileña, empero, ha cambio de manera significativa desde aquellas medidas de mediados del siglo XX. Hoy en día el interés de la audiencia por el juego es masivo, al punto de que la lotería pública Caixa tuvo en 2021 el mejor año de su historia en todas las categorías de sorteos. Asimismo, dado el entusiasmo de los brasileños por las apuestas deportivas en línea, la práctica se legalizó en algunos puntos del país durante el año pasado.

Tanto es así que existen diferencias de posturas aun entre los allegados al presidente. De hecho, su propio hijo, Flávio Bolsonaro, ve con buenos ojos la apertura de casinos, en tanto que representarían una fuente de ingresos para el país y potenciarían el sector del turismo. Desde el PT, por el contrario, la postura principal es que la legalización del juego mejoraría las condiciones de seguridad para los usuarios, al tiempo que le permitiría al Estado llevar un control fehaciente sobre la industria. A esto se le suma la lucha contra las apuestas clandestinas.

A pesar de todo, la legalización parece inexorable

Si bien es cierto que el presidente puede vetar la ley al ser aprobada por los legisladores, el Congreso tiene a su vez la potestad de derogar ese veto. Esto se puede dar si se cumplen los índices de votos a favor esperados, que superarían los 300. La disputa en el parlamento es intensa, pero ya la mesa de negociación ya está muy avanzada y la posición general da a pensar que el proyecto recibirá el visto bueno.

Por otra parte, si bien el jefe del Poder Ejecutivo está decididamente en contra de la industria del juego, su continuidad en el cargo no parece garantizada. Por el contrario, el expresidente Lula Da Silva tiene mucha mejor imagen pública, y la intención de voto supera el 40% según la mayoría de las consultoras. Quizás, después de todo, la opinión de Jair Bolsonaro sobre el tema no sea tan determinante como parece en la actualidad.

Además, muchas de las principales empresas de juego, como Habanero, se preparan para instalar sus servicios en Brasil. No es de extrañar el entusiasmo de los proveedores, puesto que se trata del país con mayor población de todo el continente: un mercado mucho más promisorio que cualquier otro de la región.

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