La criptomoneda bitcoin alcanzó su cotización histórica durante la asunción de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, al superar los US$109.000. Sin embargo, los primeros decretos del mandatario no estuvieron relacionados con las flexibilidades auguradas al sector crypto ni con el impulso que se le prometió a la industria.
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El sector financiero se impone como la punta de lanza de la economía del siglo XXI.
Récord en bitcoin durante la asunción de Donald Trump
La criptomoneda más famosa del mundo alcanzó su cotización más alta el día de la asunción de Donald J. Trump como presidente de Estados Unidos. Un rebote financiero más que anunciado, luego de que el actual mandatario prometiera beneficios para el sector de las criptomonedas a lo largo de su campaña.
Quienes quisieron comprar bitcoin el día en cuestión se encontraron con un valor superior a los US$109.000, el máximo histórico, que llegó a esa cifra tras un repunte del 8%. Es cierto que, con el correr de las horas, la cotización se fue desplomando, pero la subida tuvo un gran impacto.
Tanto fue así que arrastró a otros gigantes en su arremetida, como Ethereum y Ripple. No hizo falta que el representante del Partido Republicano concretara sus promesas para que el mercado cristalizase sus expectativas. Ningún asombro, en vista de que el sector de las criptomonedas fue uno de los principales inversores de campaña.
Algunas de los puntos que acordó Trump son la desregulación de las finanzas, el respaldo a las criptomonedas desde el aparato del Estado y abrir el camino para que bitcoin forme parte de las reservas públicas.
El mismo Trump declaraba hace 3 años que las criptomonedas olían a estafa y que no se inclinaría por una opción de esas características. Desde ese momento, el empresario y político se acercó mucho más a los representantes del rubro, que parecen haberlo convertido a su fe.
El mismo día en que ganó las elecciones, Trump repitió su fórmula de darle prioridad nacional a los criptoactivos. Hasta el momento no ha sucedido, pero desde ese día hasta su asunción, bitcoin aumentó su capitalización en un 60%.
Ninguna medida pero un guiño ineludible del presidente
El personaje de la corbata roja no habrá materializado sus anuncios, pero sí mostró una señal de acercamiento que no podría haber sido más clara. Se trata del lanzamiento de su propio token oficial, $TRUMP, junto con el de su esposa, $MELANIA.
Para el público partidario, excitado por la victoria en las elecciones, poco importa que no se trate de criptomonedas propiamente dichas y que, por ello mismo, no tengan capitalización financiera real: el token $TRUMP se disparó en un 700% en pocos días, al alcanzar los US$75 por unidad.
El memecoin llegó a tener un volumen de mercado de US$15.000 millones, pero su cotización pronto cayó a US$50, lo cual redujo su volumen. En la misma página donde se lanzó el producto, el equipo del presidente informa que no es un activo que tenga la intención de funcionar como capital de inversión.
En cuanto al token de la primera dama, apenas entró en acción obtuvo una capitalización de US$2.000 millones, lo cual la ubicó temporariamente por delante de bitcoin y la token de su marido. Un éxito rotundo, pero que, para muchos, no es ingenuo ni desinteresado.
En efecto, podría haber sido una maniobra para que quienes hicieron dinero fácil con la rápida suba de $TRUMP pudieran repetir las ganancias con $MELANIA. Esta hipótesis cobra pesos sobre todo a partir del desplome de la token del presidente estadounidense, que coincidió con el brote de la de su compañera.
Un gobierno de megamillonarios que va por todo
Con la asunción de Trump, llegó al Poder Ejecutivo de Estados Unidos la concentración más representativa de la élite económica nacional. Este “gobierno de la oligarquía” fue denunciado por el presidente saliente, Joe Biden, además de recibir las críticas y el análisis de especialistas en política.
La designación de Elon Musk, titular de la red social X y de Tesla, como jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental es sin dudas el emblema de esta nueva era. Conocido por ser la persona con más dinero del planeta, Musk es un adalid de la desregulación y la mano libre del mercado.
Otras áreas e intereses se hallan representados de manera directa en el gabinete de Trump. En lo que respecta propiamente a las criptomonedas, la designación de Paul Atkins como director de la Comisión de Valores y Bolsa (SEC, por sus siglas en inglés) es toda una demostración de cercanía.
Atkins es conocido por ser uno de los referentes del sector de las criptomonedas en Estados Unidos. También está muy vinculado con la industria de la inteligencia artificial y el desarrollo tecnológico. Fue uno de los hombres fuertes del SEC durante el mandato del expresidente George W. Bush.
Además, existe un compromiso de avance por parte de los comisionados del Partido Republicano Hester Peirce y Mark Uyeda, apodados “crypto mom” y “crypto dad” respectivamente, por su afinidad con las criptomonedas. Son dos de las principales cartas del sector dentro del gobierno de Trump.
Esta tendencia va en sintonía con la de otros gobiernos conservadores, como el del Reino Unido, al tiempo que se alinea con la mirada de los partidos de extrema derecha latinoamericana, representados por Jaír Bolsonaro en Brasil, Javier Milei en Argentina, Nayib Bukele en El Salvador y Daniel Noboa en Ecuador, en otros.
A especular que se acaba el mundo y sálvese quien pueda
Resulta curioso que las primeras medidas de Trump hayan despertado tal fiebre entre la audiencia crypto, cuando en realidad su cartera de decretos se orientó hacia otro lado, claramente definido.
Las medidas incluyeron políticas antiecológicas, como el retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París, o bien de índole geopolítica, como el cambio de nombre del Golfo de México como Golfo de América. Otro de los puntos fue el indulto de los partidarios trumpistas involucrados en la toma del Capitolio.
Toda una serie de decisiones de marcada tendencia ideológica, contraria a los objetivos de la agenda 2030 y del imaginario woke. No es solo un punto de vista, es una realidad fáctica: el envión de las criptomonedas tiene su palanca en un gobierno ultraconservador.
No hace falta ser un genio para observar que los activos tan volátiles como las criptomonedas pueden ser utilizados para causar burbujas financieras en poco tiempo, con profundos desplomes. De poco importa que se trate de activos descentralizados, su lógica es igual de improductiva que la de las finanzas tradicionales.
La economía mundial parece más orientada a la especulación y la concentración de capital que a brindar soluciones para los problemas reales de la humanidad. Con la política monetaria que se viene, de menores tasas en la Reserva Federal, se pronunciará el camino de carry trade que se está dando en América Latina.
Estados Unidos es el epítome de una economía cada vez menos humana, más individualista y centrada en la acumulación más que en la producción.
El boom de bitcoin o de los memecoins trumpistas podrá ser el elixir de algunas minorías, pero la mayor parte del mundo sigue sujeta a condicionamientos más ligados a la materialidad que a la abstracción de las finanzas, como la habitacionalidad, el empleo y, vaya paradoja en tiempos de semejante adelanto, la misma alimentación.