Desde el año 2019, la Copa del Rey cambió de formato, con reglas que intentaron sumarle emociones. Las opiniones se dividen sobre el éxito del proyecto. Los equipos más modestos siguen sin poder llegar hasta los partidos decisivos, en lo que parece un reflejo de la desigualdad del fútbol contemporáneo.
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Las fases finales de la Copa del Rey 2025 serán entre equipos de primera.
Otro año con equipos de primera desde los cuartos de final de la Copa del Rey
Está todo listo para los cuartos de final de la Copa del Rey, un torneo en el que pone los ojos no solo la afición española sino el mundo entero. Si bien su prestigio está por debajo de LaLiga, representa un campo de batalla donde los clubes dejan todo por llegar lo más lejos posible.
Este año los ocho equipos que llegaron a esta instancia son Valencia, Leganés, Getafe, Barcelona, Atlético de Madrid, Real Sociedad, Osasuna, y Real Madrid. Los últimos representantes de la segunda división del fútbol español fueron despachados en octavos de final.
No es una novedad que cuartos sea territorio exclusivo de los equipos de LaLiga. El año pasado, los que llegaron fueron Barcelona, Real Madrid, Atlético de Madrid, Sevilla, Girona, Mallorca, Real Sociedad, Celta de Vigo y Athletic de Bilbao, que resultó campeón.
Este es el único torneo de España en el que los equipos de distintas categorías compiten entre sí. La idea es generar mayor entusiasmo en la afición y ampliar el espectro de los partidos con encuentros inéditos. Todo el mundo quiere ver la contienda entre un David y un Goliat.
Es similar a lo que en Inglaterra sucede con la FA Cup. En otros casos el torneo lleva el nombre del país, como la Coppa Italia o la Copa Argentina. Un modelo de competencia que tiene la intención de brindar oportunidades, aunque la mayor parte de las veces no hace más que enfatizar las asimetrías.
Cuáles fueron las modificaciones al formato de la Copa del Rey
En el año 2019, la Asamblea de la Real Federación Española de Fútbol, presidida en ese entonces por Luis Rubiales, decidió cambiar las reglas tanto de la Copa del Rey como de la Supercopa de España, en busca de ampliar la audiencia y sumar entretenimiento.
En la Copa de Rey, el número de equipos participantes se extendió a los 118. Además, todos los partidos eliminatorios pasaron a ser a encuentro único hasta la semifinal, en vez del tradicional formato de ida y vuelta.
Hay quienes creen que estos cambios han resultado en una mayor inclusividad para el torneo y en partidos más atractivos. Es indiscutible que el aumento en la cantidad de participantes es un factor beneficioso para los clubes de 1ª, 2ª, 3ª RFEF y regional.
También pesa el hecho de que los equipos tienen menos carga de partidos. La cantidad de encuentros por temporada puede ser letal para el físico de los futbolistas cuando compiten en varios frentes.
Por otra parte, algunos señalan que el nuevo formato le ha dado más chances de sorpresas al torneo. Un caso muy citado es la eliminación del Real Madrid en la temporada 2020-21, cuando perdió por 2 a 1 con el Alcoyano de la Primera Federación.
Más de una década con hegemonía de primera en cuartos
Existen también las voces dentro del periodismo especializado que piensan que los cambios en la Copa del Rey han atentado contra la competitividad del certamen. En efecto, desde la implementación de las nuevas reglas en el 2019 no ha habido equipos de categorías inferiores de cuartos de final en adelante.
El último caso fue en el 2014, cuando el Racing de Santander enfrentó al Real Sociedad. Tales son las distancias entre los clubes de una división y de otra que el Racing no se presentó al partido de vuelta porque los jugadores no cobraban su sueldo desde hacía meses.
Las estadísticas señalan que los últimos clubes de segunda división que llegaron a una semifinal fueron el Figueres y el Mirandés, en el 2002 y en el 2012 respectivamente. Es decir que las mayores sorpresas se dieron con el anterior formato de la Copa.
La modalidad de sorteos está pensada para que los equipos modestos se enfrenten con los más grandes. Esto es un arma de doble filo. Por un lado, suele cortar demasiado pronto el camino de los clubes que no son de primera. Por el otro, les permite vender más entradas.
Debe considerarse que la condición de local siempre se le cede al equipo de segunda. Pero como no suelen llegar a estas instancias, el visitante del partido único se dirime por sorteo.
No hay formato que oculte la desigualdad del mundo
Muchas de las ediciones de la Copa del Rey más recordadas son aquellas que tuvieron como protagonista a un club pequeño, cuyo papel heroico dejó marcas en la audiencia neutral. Tal fue el caso del Numancia en la temporada 1995-96, cuando venció a Real Sociedad, Racing de Santander y Sporting de Gijón.
Así llegó a cuartos de final, donde se vio las caras con el Barcelona de Johan Cruyff. Muchos recordarán que, si se hubiera jugado con el actual formato, el Numancia habría tenido más chanches, ya que la ida en su estadio fue 2 a 2. La vuelta en el Camp Nou fue caída por 3 a 1.
Algo más acá en el tiempo, la edición de 2001-02 también dejó un gran recuerdo. Fue cuando el Figueres y el Novelda, de la segunda categoría, tuvieron grandes actuaciones y se encontraron en octavos de final. La victoria fue para Figueres, que quedaría eliminado recién en semifinales ante el Deportivo La Coruña.
Sea como sea, en todos los formatos de todas las ligas se ha visto una constante histórica: una minoría de clubes poderosos se concentra en el ranking de cualquier palmarés. Se trata de una regularidad de todos los países del mundo, interrumpida por campañas sorpresivas de equipos secundarios.
Los clubes que lideran los historiales de victorias son aquellos que disponen de mayores libertades económicas. Esto se traduce en más infraestructura, contrataciones de alto nivel y un grado máximo de profesionalidad. En contrapartida, los clubes del ascenso suelen tener problemas para pagar sus salarios o mantener sus instalaciones.
Intentar que un equipo de segunda categoría se empareje con el Real Madrid o el Barcelona es una quimera, sobre todo en vista de que es una empresa casi imposible de concretar incluso para los clubes de LaLiga.
La desigualdad no podría ser más prominente entre instituciones sostenidas por grandes capitales, como fondos de inversión y compañías trasnacionales, y entidades regionales, financiadas con el esfuerzo de sus socios y algún que otro inversor.
Es un estado de cosas que no se mueve ni un centímetro con cualquier cambio de formatos. Una jerarquía del mundo que cada vez hace más difíciles las comparaciones. Una desigualdad que se pronuncia año tras año, no solo en el fútbol sino en todos los órdenes de la vida.