Consumo responsable: una mirada sobre los juegos y las apuestas

La explosión del juego online en todo el mundo ha agudizado el problema de la ludopatía. ¿Cómo entender este fenómeno? En este informe presentamos algunas claves sobre la historia y la actualidad de los juegos y las apuestas para pensar en modos de habitar la contemporaneidad de modo saludable.

Balanza con fichas de casino y cerebro.

Aunque los juegos y las apuestas son prácticas antiguas, la ludopatía es un problema reciente.

Un poco de contexto sobre los juegos de azar y las apuestas

En los últimos años los casos de ludopatía, y en particular de ciberludopatía, han cobrado visibilidad en todo el mundo. Esto ha estado acompañado por el desarrollo veloz de la industria de los juegos y las apuestas online. Por eso es que la industria ha sido el blanco de numerosas críticas.

La problemática demuestra que se trata de un área del mercado que debe ser regulada por el aparato estatal. Sin embargo, hay más tela para cortar en este asunto, pues también se suele cuestionar la naturaleza misma de la actividad, como si se tratara de una práctica éticamente cuestionable.

La conducta lúdica es un acervo sumamente arraigado en las costumbres humanas. Observando solo aquellos entretenimientos que incluyen algún tipo de componente azaroso y de premios, se pueden encontrar múltiples ejemplos, desde tiempos inmemoriales, sin interrupciones hasta la actualidad.

Ejemplos de juegos en distintas épocas de la historia

Hay evidencia arqueológica que indica que en la China cercana a los años 3.000 AC se jugaba con dados de seis caras. Estos se tallaban en materiales como el marfil o el hueso, aunque es posible que hubiera dados de otras composiciones, que no sobrevivieron el paso del tiempo.

En el Imperio Egipcio del 2.000 AC también se utilizaron los dados, y el mismo juego consta en la festividad romana de Saturnalia, mil años más tarde. El precedente más básico de estos juegos, y vigente aún hoy en día, podría ser el de las tabas.

Las tabas son huesos que se encuentran en los pies o las patas de muchos animales, y se conocen científicamente como astrágalo, término que también se usa para el juego. Su forma poliédrica permite que se utilicen en forma de dados.

La lotería es otro juego que data de la China milenaria, bajo el nombre de keno, con cuya recaudación el imperio habría financiado parte de la Gran Muralla. Esta metodología permeó en Europa, y el primer sorteo se realizó en Milán en 1449. En la actualidad existen numerosas páginas de lotería online que permiten seguir disfrutando del juego.

España también creó su lotería estatal. Fue en 1763. Siguió Francia en 1776. El juego pronto se propagó por las colonias, para unirse a muchos otros entretenimientos similares que ya existían.

Una actividad ligada al riesgo

Desde luego, los juegos de azar y las apuestas van tanto hacia atrás en la historia porque existe un componente muy humano en ellas: el atractivo de ganar o perder, la emoción de caer del lado de la suerte, el estímulo que llena el cerebro de dopamina.

Un vistazo a la lengua nos puede dar mayores referencias. La palabra inglesa hazard, que significa “riesgo”, proviene del árabe az-zahr, que quiere decir “suerte”. Esta misma palabra es la que llega al castellano como “azar”, y tiene su origen más remoto en el término turco zar, que refería a un dado.

El juego de hazard está documentado en los Cuentos de Canterbury de Chaucer, en pleno Medioevo, y se parece bastante a lo que hoy se conoce como los dados. No hay dudas de que los primeros jugadores supieron que las apuestas podían tener un lado amargo, un factor de peligro que les era inherente.

Ludópata, un tipo social instituido en la modernidad

Ahora bien, si existía el juego y existía el riesgo, ¿también existía la adicción? La perspectiva actual pareciera indicar que no. Si bien hay documentos que identifican sustancias como el láudano y describen un consumo intenso por parte de ciertos usuarios, nada indica que esta relación correspondiera a lo que se entiende como adicciones.

Para el filósofo argentino Ignacio Lewkowicz, el adicto era un tipo social que no se instituyó en la subjetividad occidental hasta la modernidad. En la Antigüedad Clásica, por ejemplo, la relación problemática con consumos estaba signada por el concepto amo-esclavo.

Un hombre sano era aquel que lograba adueñarse de sus pasiones, mientras que un esclavo era quien perdía su voluntad frente a un estímulo externo. La idea de adicción no está presente en el consumo de sustancias ni en la relación con el juego sino hasta bastante después de la Revolución Industrial.

En efecto, el progresivo crecimiento del mercado, y su consecuente mercantilización de la vida, le dio un impulso sin precedentes a la comercialización de juegos y apuestas. Desde los primeros casinos hasta la masividad de las loterías.

Pero también se comenzó a propagar la tendencia de consumo como hálito vital. Esta constante fue creciendo hasta el punto de que, hoy en día, un ciudadano sano es aquel que consume de acuerdo con los criterios del mercado.

Consumo y compulsión son dos términos muy cercanos. No resulta extraño que la aceleración de este modelo de vida haya traído al adicto como un sujeto socialmente instituido. No solo se puede hablar de ludópatas y adictos a sustancias psicotrópicas, sino que hay una variedad infinita.

Hay adictos al trabajo (workaholics), y adictos a las compras (shopaholics). No es casual que los definan palabras en anglosajón. Fumadores, bebedores, adictos a la pornografía. Toda la serie de estímulos ofrecidos por el mercado actual.

Potencialmente, cualquier actividad que se realice con intensidad puede caer dentro del espectro de una adicción. ¿Qué separa a la cinefilia del binge-watching? ¿Qué diferencia a un ávido lector de un bibliómano? En mi opinión, muy poco.

Pautas para consumos sanos y razonables

No es mi intención relativizar la ludopatía. Por supuesto, esta afección es particularmente grave por afectar la economía de un individuo y la de su familia, así como sus relaciones sociales y afectivas. No se puede pasar por el alto que un operador de juegos y apuestas tiene una obligación de responsabilidad con sus usuarios.

Sin embargo, la idea de prohibir estas actividades solo ha dado malos resultados. Puede verse lo que ocurrió en Brasil con la proscripción del jogo do bicho durante más de medio siglo: solo lo hizo pasar a la clandestinidad.

Los juegos y las apuestas están instaladas en las conductas sociales. Hoy en día, la mayor parte de las autoridades en la materia están de acuerdo en que el camino es la regulación.

Esta regulación debe ser tanto pública, de orden estatal, como individual, de naturaleza privada. Los casinos y las casas de apuestas, así como cualquier tipo de juego, deben ser entendidos desde una perspectiva de consumidor responsable.

¿Qué quiere decir esto? Lo mismo que se entiende por acceder a cualquiera de los entretenimientos del mercado. Quien entra en un casino debe saber que está pagando una suerte de entrada, como lo hace un espectador de cine o de teatro.

De alguna manera, tiene que ingresar en la consciencia de los usuarios que los operadores, ya sean físicos u online, cobran una especie de canon por la prestación de sus servicios. De esto se sigue que no se espera que los clientes ganen una suma considerable de dinero.

La chance de ganar, desde luego, siempre está latente, y es efectivamente posible. Eso es lo que le da emoción a la actividad. No obstante, se debe entender que se trata de una posibilidad en el mejor de los casos remota. Los juegos y las apuestas están pensados para ser parte del circuito de consumo.

Jerónimo Corregido – Estafa.info – Editor jefe de la sección de noticias
La regulación de los juegos y las apuestas parece ser el camino elegido por la mayor parte de las autoridades.