El Parlamento de Cataluña va a elecciones por la falta de consenso político. El quiebre se debe a las diferentes perspectivas sobre el proyecto de Hard Rock. El gigante estadounidense pretende construir un megaespacio de hoteles, casinos y entretenimiento que requeriría una enorme cantidad de recursos.
Disputas por el emplazamiento del Hard Rock
El partido que conduce el gobierno de la región, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), obtuvo en marzo la aprobación del Partit dels Socialistes (PSC) para el presupuesto anual. Sin embargo, se encontró con la oposición del otro gran bloque, En Comú Podem (ECP). ¿El motivo? El megaproyecto del Hard Rock.
Para el ECP, una de las condiciones para votar el presupuesto era la cancelación de ese emprendimiento, comprendido en el Plan Director Urbanístico (PDU) mediante el que se regulan los terrenos. En la vereda opuesta, los socialistas exigen que se lleve adelante.
Esto ha conducido a que el ERC disolviera la legislación y convocara a las elecciones que se celebrarán esta semana, el día 12. Ya están resueltas las 64 candidaturas que podrán ser votadas. En el centro de la disputa partidaria está la inversión que Hard Rock propone realizar.
Tan fuertes han sido las perspectivas sobre el tema que el ERC se vio en la disyuntiva de perder el apoyo de los socialistas por dar de baja el proyecta o perder a los comunes por darle la aprobación. No parece haber quedado otra alternativa que las urnas.
Toda la información sobre lo que se vota en estas elecciones está disponible en el sitio de la Generalitat de Cataluña, incluyendo la modalidad y las candidaturas que se proclamaron.
De qué se trata el proyecto de Hard Rock
Desde que en el año 2012 se difundió el proyecto de Eurovegas, que finalmente quedaría trunco, ha habido varios anuncios sobre establecimientos de este tipo, dedicados a la hostelería, la gastronomía, el juego y el turismo en general.
Hard Rock ha elegido la zona entre Vila-seca y Salou, en Tarragona, para su construcción. El 57% del espacio estaría dedicado al emplazamiento de hoteles; el 16% al ocio, el 6,7% a comercios y apenas el 4% a la actividad de casinos y apuestas.
Originalmente, el gigante estadounidense había propuesto más de dos millones de metros cuadrados para el proyecto. Este año, se ha reducido a unos 700.000, incluyendo espacios amplios de protección ambiental.
Así y todo, el complejo habría de utilizar más de un millón de metros cúbicos de agua al año, según ha indicado la conselleria d’Acció Climàtica. Este dato, en particular, ha generado controversia en la política catalana, sobre todo a raíz de la sequía que atraviesa la región.
Para los comunes es inadmisible la construcción de un predio que demandará tantos recursos que hoy son preciados y necesarios para la sociedad. Para los socialistas, la sequía es una contingencia temporal que pronto quedará atrás, mientras que el proyecto será un generador de trabajo y un estímulo económico.
Además, desde ECP se han hecho oír reclamos por la falta de reparos sobre el impacto que Hard Rock podría tener en los indicadores de ludopatía de Cataluña.
Este tema ha sido particularmente controvertido en los últimos años, puesto que las apuestas online ampliaron el alcance del juego. A pesar de todo, España está entre los países con un entorno de apuestas más seguro de Europa.
Desde el oficialismo del parlamento no parece haber un gran entusiasmo por el proyecto, a diferencia de lo que ocurre en la bancada socialista. No obstante, el ERC se inclinaría por la aprobación al Hard Rock en una futura votación.
¿Ecología o desarrollo? Esa es la cuestión
Para los socialistas de Cataluña, la cancelación del proyecto implicaría la pérdida de un enorme negocio para la región. El emplazamiento de Hard Rock supondría la creación de miles de puestos de trabajo, así como nutridos impuestos para el fisco.
Además, muchos parlamentarios temen estar perdiendo la carrera desarrollista frente a Madrid. El Gran Premio de España de Formula 1, por ejemplo, se celebrará en la capital desde 2026, cuando Barcelona era otra de las opciones.
Desde los partidos más izquierdistas estos argumentos no tienen peso para contrarrestar el enfoque ambientalista, que es tanto resuena en la sociedad catalana hoy en día. La protección de los espacios verdes, el cuidado del agua y de los suelos, y la sostenibilidad parecieran ser las nuevas reglas del juego.
Desde los millennials hasta los baby-boomers parecen tener una orientación más favorable a la ecología que al desarrollo comercial. No sucede lo mismo con los más jóvenes (generación Z) y los adultos mayores de 77 años, quienes comparten cierto rechazo por los discursos proteccionistas.
De todas formas, el debate entre ecología y desarrollo está planteado en la forma de una falsa coyuntura. Todo progreso puede tener ejes sustentables, en tanto que el foco en el ambientalismo no implica ningún retroceso tecnológico. La tensión entre estas dos variables trazará la política que viene.